Tuesday, January 15, 2008

Hoy me desperté esceptico

No adscribo a ningún partido político, ni a un estadista por más carismático que sea, es más, sobre todo le desconfío a los carismáticos. No sigo los preceptos de ninguna religión, ni creo en ningún Mesías aunque se elevara a los cielos frente a mi.
Ver para creer, decía Tomás. Feliz el que cree sin ver, contestaba Jesús. Que quieren que les diga, yo, los vea o no, siempre intuyo una mala jugada detrás de cualquier gesto de aparente sinceridad.
Nada mueve a un hombre, y acotemos aquí que la religión también es un invento de los hombres, más que su propio interés, que, sin duda no es el mismo que el suyo o el mío.
Para gobernar un país y llevarnos a todos como en un rebaño por donde quieran, no hay diferencia entre regalar un pan dulce para las fiestas o molernos a palos. El fin es el mismo.
El problema es que no hay solución para el presente estado de cosas, nada sirve para el cambio, ni ideologías, ni votar, ni alzarse en armas, ni hacer resistencia pasiva, ni intentar la total anarquía. La sociedad está dividida en ovejas, lobos y perros. Siempre habrá dispuestos a obedecer, quienes están dispuestos a mandar a cualquier precio y quienes se encargan del trabajo sucio de mantener al resto en su lugar.
Por ello mantengo mi mente limpia. La intrincada red de neuronas es mi último refugio. El único sitio en donde no entrarán políticos, ni dioses, ni militares, ni torturadores, ni terroristas, ni los vulgares que solo piensan como la mayoría.
Tampoco me engañan los oprimidos. Por que cuando estos logran la victoria en el devenir de los hechos, se convierten en opresores más malignos que sus antecesores y revierten las ideas pero no la realidad.
Y nadie se crea ajeno. El gobernante que lo engaña, el empresario que lo explota, el religioso que lo acusa de ser pecador, no son más que vuestra imagen reflejada en el espejo.
Todo el mundo miente, todo el mundo juega su rol, todo el mundo puede olvidar en un segundo las más mínimas nociones de convivencia o respeto en su propio beneficio. Si no puede ser dominador juega a ser un dominado importante tratando de convencer a los demás que su destino es ser víctima y seguirá llamado obsecuencia o sumisión al respeto y represión al orden. Mientras tanto no le importa nada de lo que sucede alrededor.
No creo. No espero la llegada de nigún gobernante providencial así como no espero otra vida después de la muerte.
Será por eso que toda la energía de mi cerebro está puesta en vivir. En observar la maravillosa naturaleza, en escribir historias, en fumar una pipa en silencio, en hacer mi trabajo, en leer, en escuchar música.
Y en tratar de encontrar por ahí, donde fuera, no ovejas, no lobos, no perros, sino colibríes, es decir artistas. Mentes de otra dimensión cuyo aleteo es difícil de ver pero que sin duda los mantiene en vuelo.